Juan 7:37-39
37 El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! 38 ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva”». 39 (Con la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en él; pero el Espíritu aún no había sido dado, porque Jesús todavía no había entrado en su gloria).

 

Cuando Jesús habló estas palabras, todavía no les habían dado el Espíritu Santo como consolador, defensor y guía. Pero después del acenso de Jesús, Dios nos entregó Su Espíritu Santo. Hoy, los que hemos aceptado a Jesús, tenemos al Espíritu Santo en nuestros corazones. Al tener al Espíritu Santo de Dios en nosotros significa lo siguiente, por eso es agua viva que nos calmara la sed espiritual. Jesús explicó que el Espíritu Santo es: “Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes… el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 7:15-26). Cuando sentimos solos, desamparados, o imposibles de salir de una tentación, oremos a Dios y acordemos de Su promesa, la cual es que Su Espíritu está con nosotros siempre y nos ensena y hace recordar constantemente la voluntad de Dios.

 

John 7:37-39
37 On the last day, the climax of the festival, Jesus stood and shouted to the crowds, “Anyone who is thirsty may come to me! 38 Anyone who believes in me may come and drink! For the Scriptures declare, ‘Rivers of living water will flow from his heart.’” 39 (When he said “living water,” he was speaking of the Spirit, who would be given to everyone believing in him. But the Spirit had not yet been given, because Jesus had not yet entered into his glory.)