Juan 9:16-34
16 Algunos de los fariseos decían: «Ese tal Jesús no viene de Dios porque trabaja en el día de descanso». Otros decían: «¿Pero cómo puede un simple pecador hacer semejantes señales milagrosas?». Así que había una profunda diferencia de opiniones entre ellos. 17 Luego los fariseos volvieron a interrogar al hombre que había sido ciego: —¿Qué opinas del hombre que te sanó?
—Creo que debe de ser un profeta —contestó el hombre.
18 Aun así los líderes judíos se negaban a creer que el hombre había sido ciego y ahora podía ver, así que llamaron a sus padres. 19 —¿Es éste su hijo? —les preguntaron—. ¿Es verdad que nació ciego? Si es cierto, ¿cómo es que ahora ve?
20 Sus padres contestaron: —Sabemos que él es nuestro hijo y que nació ciego, 21 pero no sabemos cómo es que ahora puede ver ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él; ya tiene edad para hablar por sí mismo. 22 Los padres dijeron eso por miedo a los líderes judíos, quienes habían anunciado que cualquiera que dijera que Jesús era el Mesías sería expulsado de la sinagoga. 23 Por eso dijeron: «Ya tiene edad suficiente, entonces pregúntenle a él».
24 Por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron: —Dios debería recibir la gloria por lo que ha pasado, porque sabemos que ese hombre, Jesús, es un pecador.
25 —Yo no sé si es un pecador —respondió el hombre—, pero lo que sé es que yo antes era ciego, ¡y ahora puedo ver!
26 —¿Pero qué fue lo que hizo? —le preguntaron—. ¿Cómo te sanó?
27 —¡Miren! —exclamó el hombre—. Ya les dije una vez. ¿Acaso no me escucharon? ¿Para qué quieren oírlo de nuevo? ¿Ustedes también quieren ser sus discípulos? 28 Entonces ellos lo insultaron y dijeron: —Tú eres su discípulo, ¡pero nosotros somos discípulos de Moisés! 29 Sabemos que Dios le habló a Moisés, pero no sabemos ni siquiera de dónde proviene este hombre.
30 —¡Qué cosa tan extraña! —respondió el hombre—. A mí me sanó los ojos, ¿y ustedes ni siquiera saben de dónde proviene? 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a escuchar a los que lo adoran y hacen su voluntad. 32 Desde el principio del mundo, nadie ha podido abrir los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no viniera de parte de Dios, no habría podido hacerlo.
34 —¡Tú naciste pecador hasta la médula! —le respondieron—. ¿Acaso tratas de enseñarnos a nosotros?
Y lo echaron de la sinagoga.

 

Si prestamos atención al cambio del hombre que estaba ciego, vemos que Jesús no solo curó su ceguez físico, sino también su ceguez espiritual. Primero, en el versículo 17, cuando el hombre fue interrogado, el dijo que Jesus es un profeta. Cuando trajeron a sus padres para ser interrogados, incluso ellos que sabían la verdad, limitaron sus respuestas y dirigieron a que su hijo contestara por temor a los líderes judíos y de ser expulsados de la sinagoga (v.22). Sin embargo, cuando el hombre fue llevado de nuevo a la interrogatoria, él defendió a Jesus con muchas garras, y con la verdad que sabía, especialmente cuando la gente estaba diciendo que Jesus era un pecador: “—¡Qué cosa tan extraña!… A mí me sanó los ojos, ¿y ustedes ni siquiera saben de dónde proviene? 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a escuchar a los que lo adoran y hacen su voluntad. 32 Desde el principio del mundo, nadie ha podido abrir los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no viniera de parte de Dios, no habría podido hacerlo.” A diferencia de sus padres, este hombre no tuvo miedo de defender a Jesus y de ser juzgado por los lideres judios. Es mas, al final el fue expulsado de la sinagoga.

 

Un amigo que está sufriendo de una enfermedad grave me texteó este fin de semana y me preguntó: “Qué pecado he cometido para merecer todo este sufrimiento?” Dios me dio esta historia como repuesta para su pregunta. A pesar de que no sabemos si Dios va a hacer un milagro físico en su vida, pero tengo fe que El ya está haciendo y va a abrir su ceguez espiritual. El día cuando decida aceptar a Jesus, va ser el mayor milagro de su vida.