Juan 19: 7-16
7 —Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios —insistieron los judíos. 8 Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más, 9 así que entró de nuevo en el palacio y le preguntó a Jesús: —¿De dónde eres tú?
Pero Jesús no le contestó nada. 10 —¿Te niegas a hablarme? —le dijo Pilato—. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen? 11 —No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba —le contestó Jesús—. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande. 12 Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús, pero los judíos gritaban desaforadamente: —Si dejas en libertad a este hombre, no eres amigo del *emperador. Cualquiera que pretende ser rey se hace su enemigo.
13 Al oír esto, Pilato llevó a Jesús hacia fuera y se sentó en el tribunal, en un lugar al que llamaban el Empedrado (que en arameo se dice Gabatá). 14 Era el día de la preparación para la Pascua, cerca del mediodía. —Aquí tienen a su rey —dijo Pilato a los judíos.
15 —¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! —vociferaron.
—¿Acaso voy a crucificar a su rey? —replicó Pilato.
—No tenemos más rey que el emperador romano —contestaron los jefes de los sacerdotes. 16 Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y los soldados se lo llevaron.

Jesús fue crucificado porque la gente niega en aceptar la verdad, de que Jesús es su rey e Hijo de Dios. Los Judios, quienes se suponen conocen de Dios, llega a un punto de declar que “no tenemos más rey que el emperador romano.” Acaso ellos se olvidaron que Dios es su rey desde el principio? No, ellos lo sabían, pero por negar a Jesus, tuvieron que también negar toda la verdad de Dios. La verdad de Dios nunca cambia, ayer, hoy y mañana. Cuando nosotros escogemos en creer y permanecer firmes a una parte de la verdad y no en su totalidad, estamos negando la verdad de Dios. Cuando leemos la Biblia y la aplicamos en nuestras vidas, tenemos que tener cuidado en no escuchar y hacer lo que nos agrada, sino toda la verdad de Dios. Por ejemplo, muchos de los cristianos no toman en serio a lo que Jesús declaró en Lucas 9:23: “Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga.”