Isaías 53:3-4
“3 Fue despreciado y rechazado: hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo. Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada; fue despreciado, y no nos importó. 4 Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados!

 

Jesús tenía todo, pero dejó todo por nosotros. Lamentablemente, la mayoría de las personas lo rechaza y no quieren conocerlo. En aquel tiempo, cuando Jesús fue acusado, la gente pensó que El merecía ese castigo, pena de muerte. Jesús nunca pecó, El fue inocente! Nosotros somos los que lo crucificamos con nuestros pecados! No sé si alguna vez has sentido el rechazo de alguien, ya sea de un amigo, tus padres, un trabajo, un profesor, etc. Cuando te sientes triste por haber sido rechazado, cuando te sientes que no eres aceptado tal como eres, piensa en Jesús. A pesar de que Jesús fue despreciado y rechazado, “el Señor puso sobre él los pecados de todos nosotros. Fue oprimido y tratado con crueldad, sin embargo no dijo ni una sola palabra” (Isaías 53:6b-7). No dijo ni una sola palabra para defenderse, porque El tenía en claro su misión en la tierra, lo cual es glorificar al Padre celestial sacrificándose para salvarnos.