Juan 7:25-30
25 Algunos de los que vivían en Jerusalén comenzaron a preguntarse unos a otros: «¿No es ese el hombre a quien procuran matar? 26 Sin embargo, está aquí hablando en público, y nadie le dice nada. ¿Será que nuestros líderes ahora creen que es el Mesías? 27 ¿Pero cómo podría serlo? Nosotros sabemos de dónde proviene este hombre. Cuando venga el Mesías, sencillamente aparecerá; y nadie sabrá de dónde proviene».
28 Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «Es cierto, ustedes me conocen y saben de dónde provengo, pero no estoy aquí por mi propia cuenta. El que me envió es veraz, y ustedes no lo conocen; 29 pero yo sí lo conozco porque provengo de él, y él me envió a ustedes». 30 Entonces los líderes trataron de arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima, porque aún no había llegado su momento.
A pesar de las enseñanzas sabias y buenas de Jesús, muchos de los testigos permanecieron tercos en aceptar a Jesús. Si comparamos a nosotros, muchas veces también nos encontramos en la misma situación. Sabiendo que Jesús es nuestro Señor y guía, pero terminamos escogiendo lo que nos parece mejor y no confiamos en Su plan. El insistir en ser tercos, desobedecemos y rebelamos contra Dios. En qué aspecto de nuestras vidas no estamos escuchando o confiando en Dios? Estas dispuesto(a) a dejar tu terquedad y empezar a obedecer a Dios?
Juan 7:25-30
25 Some of the people who lived in Jerusalem started to ask each other, “Isn’t this the man they are trying to kill? 26 But here he is, speaking in public, and they say nothing to him. Could our leaders possibly believe that he is the Messiah? 27 But how could he be? For we know where this man comes from. When the Messiah comes, he will simply appear; no one will know where he comes from.”
28 While Jesus was teaching in the Temple, he called out, “Yes, you know me, and you know where I come from. But I’m not here on my own. The one who sent me is true, and you don’t know him. 29 But I know him because I come from him, and he sent me to you.” 30 Then the leaders tried to arrest him; but no one laid a hand on him, because his time had not yet come.