Juan 14:22-26
22 Judas (no Judas Iscariote, sino el otro discípulo con el mismo nombre) le dijo: —Señor, ¿por qué te darás a conocer sólo a nosotros y no al mundo en general?
23 Jesús contestó: —Todos los que me aman harán lo que yo diga. Mi Padre los amará, y vendremos para vivir con cada uno de ellos. 24 El que no me ama no me obedece. Y recuerden, mis palabras no son mías, lo que les hablo proviene del Padre, quien me envió. 25 Les digo estas cosas ahora, mientras todavía estoy con ustedes. 26 Sin embargo, cuando el Padre envíe al Abogado Defensor como mi representante —es decir, al Espíritu Santo—, él les enseñará todo y les recordará cada cosa que les he dicho.
Jesús no responde a Judas directamente; sin embargo, en su respuesta vemos que El se dio a conocer a todos, pero no todos escogen en amarlo y seguirlo. Una vez más, Jesús enfatiza que amarlo significa obedecerlo: “Todos los que me aman harán lo que yo diga…El que no me ama no me obedece.” Así como Jesús al amar al Padre, lo obedeció hasta escoger la cruz; nosotros también si amamos a Jesús, también escogeríamos obedecer Su palabra. Nosotros no estamos solos en este camino de la obediencia, Jesús lo hizo, además Dios nos dio al Espíritu Santo para enseñarnos y recordarnos de cada cosa que nos ha dicho Jesús. Por supuesto, tenemos también a nuestros queridos hermanos y hermanas en Cristo, quienes como nosotros también están en el camino de la obediencia.
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