Juan 18:25-27
25 Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose. —¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron. —No lo soy —dijo Pedro, negándolo. 26 ¿Acaso no te vi en el huerto con él? —insistió uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja. 27 Pedro volvió a negarlo, y en ese instante cantó el gallo.
A pesar que Pedro le había dicho a Jesús en la última cena que no iba traicionarlo, bajo las presiones de las circunstancias, el falló la promesa que había hecho ante Jesús de “ —Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré” (Mateo 26:33). Nosotros como Pedro también enfrentaremos muchos instantes parecidos, en donde podríamos ser tentados de traicionar o negar a Jesús; sin embargo, de esta lección de Pedro aprendamos a admitir nuestras debilidades. Cuando estamos bien con Dios, no nos sintamos orgullosos de eso, más bien humildemente admitamos que cualquier momento podemos caer y fallar a Jesús, esa actitud nos va a ayudar al estar al tanto de las tentaciones.