Juan 19:38-42
38 Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo. 39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de mirra y áloe. 40 Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judía de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas. 41 En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie. 42 Como era el día judío de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Es muy interesante ver que inclusive los discípulos más cercanos a Jesús no hicieron nada con Su cuerpo, más los dos judíos, quienes tuvieron que atravesar por muchas barreras para acercarse y conocer a Jesús, prepararon lo mejor para honrar el cuerpo de Jesús. Además, lo que hicieron ayudó a cumplir con la profecía en el antiguo testamento sobre Jesús: “Él no había hecho nada malo, y jamás había engañado a nadie. Pero fue enterrado como un criminal; fue puesto en la tumba de un hombre rico” (Isaías 53:9).