Santiago 5:16
Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.
Para muchos de nosotros es difícil compartir y confesar nuestros pecados, debido a varias razones: la vergüenza, el ego, etc. Sin embargo, el versículo de hoy nos anima a buscar a un amigo/a de la fe quien espiritualmente es maduro/a para confesar nuestros pecados y orar por nosotros. A pesar de que nadie es perfecto/a, es preferible confesar y orar con un hermano/a quien nos pueda guiar a donde Dios. Evitemos buscar a alguien quien nos aconseje con palabras y opiniones mundanas. Por eso, al que confesamos nuestros pecados, no nos va a dar simplemente sus consejos, sino es alguien que va a orar por nosotros y llevarnos a donde Dios.