1 Timoteo 4:8-10
8 «El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene». 9 Esta declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla. 10 Es por eso que trabajamos con esmero y seguimos luchando, porque nuestra esperanza está puesta en el Dios viviente, quien es el Salvador de toda la humanidad y, en especial, de todos los creyentes.
En el versículo 7 vimos que Dios nos llama a entrenarnos para la sumisión a Dios. El pasaje de hoy explica un poco más sobre la sumisión a Dios. Este entrenamiento no se compara a ningún otro entrenamiento terrenal o físico porque al entrenarnos en la sumisión a Dios obtenemos beneficios en esta vida y en la vida que viene. Pablo nos recuerda que esa es una promesa hecha por el Dios viviente, por eso es 100% confiable y valida. Los que van al gimnasio pagan un membrecía y por eso se disciplinan en ir todos los días para no desperdiciar la membrecía, pero ahora la membrecía para nuestro entrenamiento en la sumisión a Dios es mucho más costosa, pero alguien la pagó por nosotros y ese es Jesús. No desperdiciemos lo que Jesús ha pagado por nosotros.