Proverbios 25:28
“Una persona sin control propio
es como una ciudad con las murallas destruidas.”

Nuestra cultura promociona gratificación y satisfacción personal hasta un punto que el control propio es retratado como algo tonto e innecesario. Con el fin de satisfacer nuestros propios deseos, el decir o hacer lo que queramos es percibido como un derecho que tenemos y por lo tanto no hay nada de malo __ar sin límite, __ir sin límite, __er sin límite, etc. Sin embargo, sabemos que en el momento cuando hacemos cosas “sin límite” tal vez no suframos de una consecuencia inmediata, pero en la realidad todas las cosas que hacemos hay consecuencias. En Proverbios, Dios metaforiza la consecuencia de no tener control propio con “una ciudad con las murallas destruidas.” En los tiempos del antiguo testamento, todas las ciudades tenían murallas para protegerse de los enemigos e invasores. Cuando las murallas son destruidas significa que la ciudad está en peligro de todo tipo de ataques y tragedias. Nosotros, como estas ciudades, también somos muy vulnerables a ataques y consecuencias lamentables cuando hacemos cosas sin control propio. Es allí, cuando no tenemos control, donde nuestro mayor enemigo Satanás nos viene a atacar más y hacernos alejar de Dios con todo tipo de estrategias (culpa, odio, vergüenza, etc.). Vigila tus murallas y dejen que sean destruidas por el enemigo. La buena noticia es que el control propio es unos de los 9 frutos del Espíritu Santo! Podémosle a Dios que nos fortalezcan en este aspecto!
 

 

Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas.”