Juan 6:16-21
16 Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del lago para esperarlo; 17 pero al ver que caía la noche y que Jesús aún no había vuelto, subieron a la barca y comenzaron a cruzar el lago rumbo a Capernaúm. 18 Poco después, se levantó un viento fuerte sobre ellos y el mar se agitó mucho. 19 Habían remado unos cinco o seis kilómetros cuando de pronto vieron a Jesús caminando sobre el agua en dirección a la barca. Estaban aterrados, 20 pero él exclamó: «No tengan miedo, ¡yo estoy aquí!». 21 Entonces lo recibieron con entusiasmo en la barca, ¡y enseguida llegaron a su destino!

 

Cuántas veces habremos ido por nuestro propio rumbo sin esperar a Jesús como lo hicieron los discípulos (v.17)? Pero al encontrarnos frente mareas y tormentas empezamos a temer y nos olvidamos de Jesús. A pesar de que hace menos de 10 horas los discípulos habían testificado y experimentado el milagro de alimentar a 5,000 personas con 5 panes y 2 pescados, no se les ocurrieron que el que estaba caminando sobre el agua podría ser Jesús. Así también, nosotros hemos experimentado muchos milagros y gracia de Dios, pero sin embargo fácilmente nos olvidamos de Él y de lo que Él puede hacer en nuestras vidas y tristemente nos desviamos. Tal vez la marea no paró después de que Jesús haya subido a la barca, pero lo que sí sabemos es que “¡y enseguida llegaron a su destino!” (Y eso que todavía quedaba otros 4 o 5 km más por navegar). Con Jesús es mucho más fácil y la carga es más ligera! Estas dispuesto a dejar a que Jesús entre a tu barca?